El período de
inicio en las instituciones del Nivel
Inicial
El período
de inicio en las instituciones del Nivel Inicial
Un nuevo
ciclo lectivo comienza, y con él las expectativas: ¿Cómo serán los chicos este
año? ¿Cómo nos llevaremos con las familias? ¿Qué proyectos desarrollaremos?
¿Cómo haremos intervenir las prescripciones curriculares en este contexto
particular que es nuestra institución? ¿Cómo enseñaremos más y mejor?... y tantas
otras preguntas que movilizan a las instituciones de educación inicial. Analizar
interrogantes y respuestas en equipo dará mejores probabilidades para el diseño
de situaciones de enseñanza que provoquen aprendizajes de calidad en nuestros alumnos.
Cuando una familia inscribe a un niño en una institución educativa de Nivel Inicial
no lo hace a una sala o a una maestra determinada. Si bien la responsabilidad de
la conducción de los procesos de enseñanza para un grupo de alumnos está asignada
desde la Dirección, a un docente determinado, el niño es alumno de la institución.
Por eso es necesario que al recibirlos, desde el primer día, esté visible un equipo
de trabajo, conformado por distintos actores institucionales que desempeñan tareas
diferentes pero que tienen de sí mismos una representación de grupo. En un equipo
todos los integrantes son necesarios, porque todos pueden aportar al mejor logro
del objetivo común: la educación de los alumnos que inician su trayectoria en
el Sistema Educativo Provincial. Los equipos de trabajo que fomentamos son
aquellos en los que la tarea educativa es el centro, en los que todas las
acciones que se planifican, se desarrollan y se evalúan están pensadas en
función de la enseñanza para la primera infancia. La implementación de
políticas de corte neoliberal que en el pasado reciente han tenido vigencia en
nuestro país han producido efectos que van más allá de lo económico, dejando
profundas huellas en las comunidades de las que las escuelas forman parte. Aun
cuando las actuales políticas públicas tienen un rasgo diferente y el papel
asignado al Estado también lo es, algunos de los efectos sociales y culturales producidos
perduran, provocando contradicciones entre las culturas institucionales que permanecen
y las que deseamos construir para poder educar a las nuevas generaciones en
cuestiones tales como la solidaridad, la construcción colaborativa, la ampliación
de los derechos de todos y la asunción de responsabilidades. En un modo de
funcionamiento social en el que el individualismo, la meritocracia y la
exclusión se han vuelto habituales, es necesario que revisemos estas prácticas
que se vuelven obstáculos al momento de intentar, paciente y obstinadamente,
construir formas colectivas de asumir las tareas. Planificar, ambientar los
espacios, organizar los tiempos y los materiales para las primeras actividades,
recibir a los alumnos y sus familias, lograr una organización administrativa al
servicio de lo pedagógico, pensar las maneras de obtener información
diagnóstica, anticipar quiénes y cómo harán el soporte para el ingreso de los
niños en los primeros días; son algunas de las tareas institucionales propias
del período de inicio que deben realizarse de manera colaborativa y planearse
en el equipo constituido por directores, secretarios, maestros, profesores
especiales, miembros de los equipos de orientación escolar, preceptores y
auxiliares.
El período
de inicio es una oportunidad propicia para analizar y tomar algunas decisiones
que marcarán el rumbo del año escolar. Es un momento en el que la identidad
institucional se muestra y se pone en alerta, porque es propio de las organizaciones
de la sociedad transmitir algunos aspectos de su legado y al mismo tiempo abrir
las puertas para recibir y acoger transformaciones. En otras palabras, este es
una ocasión adecuada para resolver cuánto y qué de la historia institucional se
mantendrá vigente y también de qué modo la institución se abrirá al cambio.
Esta apertura no implica sólo mostrarse, sino fundamentalmente dejarse
transformar cuando esto signifique una mejor articulación con la comunidad, una
participación de mejor calidad de las familias y una mejor manera de enseñar el
mundo a los alumnos. Será necesario encontrar entre todos el equilibrio preciso
para que los modos habituales de hacer no sean un obstáculo para entender las
nuevas demandas, entre lo que se aprendió y lo que se necesita seguir
aprendiendo. Una cuestión que debe revisarse es la reducción horaria que se
establece para la permanencia en el jardín de los niños con escolaridad
anterior. Esto no siempre dependerá de la edad de los chicos: si un niño de
tres años ha concurrido a jardín maternal o a alguna otra institución de
carácter asistencial o recreativa, seguramente no necesitará tiempos especiales
para desprenderse con seguridad de sus familias. Lo que necesitará serán
propuestas pedagógicas creativas, integradoras, que inviten a la acción para
conocer y que estimulen el deseo de permanecer en el jardín. Es necesario
invertir el modo de organizar las propuestas didácticas para este período: no
deberíamos proponer actividades para que los niños permanezcan dos horas y se
retiren, sino actividades suficientes e interesantes para la permanencia durante
el horario completo para todo el grupo. De esta manera, podemos estar seguros
que quienes requieran realmente un horario reducido por un corto tiempo podrán
tenerlo, y quienes están en condiciones de compartir desde los primeros días todo
el horario escolar también. Entre las propuestas para recibir a los niños es
indispensable que, desde el primer día de clases, el juego esté presente. Una
de las cuestiones principales sobre las que debemos educar a los alumnos en el
jardín es acerca de la libertad de elección, la posibilidad de conocer
diferentes opciones y elegir con criterio propio lo que se desea. Si
consideramos ambas necesidades, es una estrategia muy valiosa el recibir a los
chicos, de cualquier sección del Nivel Inicial, con escenarios de juego que muestren
de manera incitante los materiales con los que se podrá jugar, solo o con otros,
pares o adultos. Como repertorio de ideas, invitamos a todos los docentes a revisar
el video de Juego en Sectores para la sala de dos años y el material escrito, publicado
en el sitio de Educación Inicial en el botón “Ideas para el aula”. Asimismo
debe recordarse que conformar un grupo, sentirse parte integrante del mismo
requiere de un tiempo prolongado, en particular para los niños que ingresan por
primera vez a la institución. Por lo tanto, se deben propiciar situaciones que permitan
a los chicos interactuar con otros, en pequeños grupos, de manera de facilitar el
conocimiento mutuo y la comunicación. Se deben evitar propuestas de grupo total
(como las rondas de intercambio) que exponen a los niños a hablar frente al
resto de sus compañeros cuando aún no se ha construido la confianza básica para
tal empeño. Esto no significa no ofrecer situaciones, como lectura de cuentos o
juegos grupales, donde los niños libremente puedan decidir participar. Es
necesario que la libertad de elección se trabaje desde los primeros días, cuando
al ambientar los espacios institucionales se tenga en cuenta qué objetos culturales
se pondrán a disposición de los niños: obras literarias, plásticas, musicales, títeres,
entre otros; todas las elecciones que el equipo institucional realice, en este sentido,
van conformando una estética que se enseña y que se vive. Estas decisiones deben
permitir elecciones de los chicos basadas en el conocimiento.
Otra de las
características de los tiempos que corren, que tiene impacto en la escuela, es
la inmediatez. Para estar “a tono con los tiempos” se espera que las respuestas
sean inmediatas, que los problemas encuentren rápida solución y que los aprendizajes
se produzcan instantáneamente. Esto hace que muchas veces no se tenga en
cuenta, al organizar la enseñanza, que es necesario dar tiempos diferentes según
la complejidad de los aprendizajes que se pretenden y de acuerdo a los sujetos que
intervengan en la relación pedagógica. Este dar tiempo tampoco debe ser pasivo,
no se trata de que el docente esté simplemente a la espera, como si nuestros parámetros
de enseñanza continuaran en consonancia con las teorías madurativas de aprendizaje.
El dar tiempo para aprender implica una atención intensa de quien enseña, para
poder hacer intervenciones que ayuden a los chicos a pensar el mundo y apropiarse
de él. En el plano institucional, es necesario que los tiempos también sean pensados
y resueltos entre todos, ya que el período de inicio debe ser planificado, las alternativas
sopesadas, los propósitos considerados y las estrategias consensuadas; para
hacer de ese lapso un tiempo propicio para los aprendizajes de los chicos. La inmediatez
que se le demanda a la escuela no debería ser abordada improvisadamente; el
riesgo es perder de vista los propósitos y la profundidad en la enseñanza. Volvemos
a resaltar la importancia de que sea un equipo el que reciba a los alumnos y a
sus familias, ya que la compleja tarea de enseñar en la primera infancia requiere
de miradas y actores diversos, que puedan integrarse aun con diferencias y matices;
para recibir a los niños y comenzar desde el primer día un recorrido didáctico que
los lleve lo más lejos posible en el camino de conocer.
Uno de los
problemas que enfrenta el Nivel Inicial en los últimos tiempos es la irregularidad
en la asistencia de los niños a clase. Esto constituye en obstáculo para la continuidad
de los aprendizajes y para la conformación activa de los grupos. La sensibilización
de las familias en este sentido debe comenzar también en éste período: es
necesario que los adultos responsables de la concurrencia de los alumnos al
jardín tengan conciencia clara de la importancia de cada día de clase. Pero
también es necesario que los docentes revisemos algunas prácticas instaladas
que, en definitiva, van en desmedro de nuestro trabajo, por ejemplo cuando se
afirma: “bueno, si llora llévelo de vuelta a casa”, “si no puede venir a
retirarlo a las 10 hs, que termina el horario del período de inicio, es mejor
que no lo traiga”, “hoy la maestra de su hijo no viene, si quiere lo deja y si
no lo puede llevar de vuelta”. Estas frases, de escucha común en algunas
instituciones, lejos de valorar el tiempo de concurrencia al jardín como un
tiempo en que se enseña y se aprende, lo desvaloriza sobremanera, creando la
idea de que un día de clase es alternativo, que todo se puede recuperar en otro
momento y que las experiencias que ofrece el jardín no tienen demasiada
importancia.
Por lo
tanto, para poder delimitar el problema y encontrar formas de abordarlo, es
necesario que el equipo institucional discuta sobre los efectos que el mismo
causa y busque estrategias que se sostengan entre directores, secretarios, maestros
y preceptores para revertirlo. Invitamos a todos a hacer un sencillo ejercicio estadístico
revisando los porcentajes de asistencia media de los alumnos durante el año
pasado, sin naturalizar algunas explicaciones tales como “en invierno la
asistencia media siempre baja” o “en este jardín la población es golondrina y
por eso los chicos faltan tanto”. Si, como suponemos, la estadística
institucional coincide en demostrar guarismos cercanos a la estadística
provincial para el Nivel, será necesario pensar estrategias que incluyan la
reflexión de docentes, familias y otros agentes comunitarios (de salud, por
ejemplo, si hiciera falta) para trabajar la idea de que el comienzo del jardín
es el inicio del trayecto educativo formal y sistemático, y que se aprende más
y mejor cuando las interacciones con otros alumnos, con los docentes y con el conocimiento
no son interrumpidas asiduamente.
El Director
General de Cultura y Educación, Prof. Oporto, refiriéndose a esta cuestión
señala: “(…) Incluir implica garantizarles a todos el ingreso. Eso nos
desafía – a todos los niveles del Estado- a lograr que desde los tres a los
cinco años todos los niños hagan la Educación Inicial y quebrar esa desigualdad
de origen (…) Cuando un chico no va a la Educación Inicial es probable que
fracase en el primer grado de la escuela primaria. (…) Para nosotros, los
educadores, incluir es enseñar, incluir es que el alumno aprenda; no es la
permanencia en la escuela, no nos contenta que alguien pueda estar en la
escuela si abandona el aprendizaje. Creemos que es el aprendizaje el que lleva
a la inclusión social; aprendizaje de calidad, aprendizaje igualitario de calidad”.
Como docentes
nos corresponde la responsabilidad social de asumir este compromiso: la
inclusión nos exige propuestas de enseñanza para que todos los niños del Nivel
Inicial aprendan. Para eso será imprescindible continuar con el fortalecimiento
de la tarea de enseñar, que incluye obviamente los acuerdos previos de la
planificación (cómo enseñaremos los contenidos que el diseño curricular prevé)
y el proceso de evaluación de nuestras prácticas de enseñanza. Se hace
necesario saber cuáles son los efectos reales de las actividades propuestas y
de las intervenciones del docente, cuáles son los aprendizajes que
efectivamente se han producido para hacer los ajustes necesarios en las
propuestas didácticas. Evaluar se hace imprescindible porque provee información
sobre el funcionamiento de las acciones de enseñanza y permite reorientarlas y
hacer los ajustes necesarios para avanzar hacia el cumplimiento de los
propósitos planteados. Estas acciones, como ya se señaló, no pueden ser
individuales sino que todos los docentes de la institución deberían conformar
equipos en los que se promuevan instancias de reflexión acerca de las
previsiones didácticas y sobre las prácticas reales de enseñanza, para
mejorarlas. Por eso decimos que este compromiso adquiere sentido si es
colectivo. El desafío es hacer del jardín una comunidad educativa y reconocer que
su principal objetivo es la enseñanza y el aprendizaje que tienen la
especificidad de construirse en interacción.
Este artículo me pareció
adecuado para compartir ya que considero que se relaciona con la situación
problemática elegida y aporta aspectos que son interesantes a ser tomados en
cuento:
Es adecuado y necesario dar
cuenta de que en una sala no nos encontramos con niños que son todos iguales,
no todos necesitarán el mismo tiempo para adaptarse a ese nuevo espacio y esto
va a estar relacionado a un montón de aspectos, tales como, si el niño ya tuvo
alguna experiencia previa relacionada a adaptarse a un nuevo contexto, si las
propuestas brindadas son de su agrado, si les llama la atención, es importante
tener en cuenta los juegos ya que en estas edades es significativo jugar, entre
otros.
Con respecto al tiempo
que dura una adaptación, no se puede hablar de tiempos cortos o muy largos ya
que cada niño necesitará un tiempo en particular para poder integrarse a ese
nuevo espacio. Los docentes deben pensar qué actividades presentar, qué juegos,
cuáles serán los propósitos a trabajar, los contenidos a abordar, es decir,
debe estar este período bien pensado y planificado con el objetivo de que se
logre adaptar al niño de una forma adecuada, respetando sus tiempos pero para
ello, será necesario que los chicos concurran al Jardín todos los días ya que
las experiencias que se ofrecen son importantes. Es un espacio donde se lleva a
cabo la enseñanza y el aprendizaje de una forma que no se da en otros ámbitos,
debido a que, el jardín es el inicio del trayecto
educativo formal y sistemático, se
aprende más y mejor cuando las interacciones con otros alumnos, con los
docentes y con el conocimiento no son interrumpidas.
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